El Hombre de Vitruvio (c. 1490) es una de las obras más icónicas de Leonardo da Vinci, una imagen que ha trascendido el arte para convertirse en símbolo del ideal renacentista de la proporción y la armonía. El dibujo, ejecutado a tinta sobre papel, representa a un hombre desnudo en dos posiciones superpuestas, inscrito en un círculo y un cuadrado. Esta compleja composición ilustra las proporciones ideales del cuerpo humano según las descripciones de Vitruvio, el arquitecto romano del siglo I a.C., quien sostenía que las medidas del cuerpo humano reflejaban el orden y la perfección del universo. Da Vinci no solo replicó las ideas de Vitruvio, sino que las reinterpretó desde una perspectiva renacentista, fundamentada en la observación empírica y el estudio científico. La figura, de una precisión anatómica excepcional, simboliza la relación armónica entre el microcosmos humano y el macrocosmos universal, reflejando la creencia de que el hombre es el eje central de la creación y el modelo de perfección. La inclusión de dos posturas diferentes en el mismo cuerpo también insinúa una búsqueda de movimiento y dinamismo, una visión adelantada a su tiempo. Este dibujo no estaba destinado a la exhibición pública, sino que era una exploración personal de Da Vinci sobre las leyes de la naturaleza y el cuerpo humano.

Leonardo da Vinci (1452–1519) fue el epítome del «hombre del Renacimiento»: pintor, escultor, arquitecto, ingeniero, anatomista y científico. Hijo ilegítimo de un notario y una campesina, Da Vinci mostró desde joven una habilidad excepcional para el arte y la observación de la naturaleza. Fue aprendiz en el taller de Andrea del Verrocchio en Florencia, donde adquirió una base sólida en pintura y escultura. Su fascinación por el cuerpo humano lo llevó a realizar estudios anatómicos detallados, diseccionando cadáveres en secreto para comprender mejor la estructura muscular y ósea. Esta obsesión con el detalle científico se refleja en El Hombre de Vitruvio, donde combinó arte y ciencia de manera magistral. La obra también encarna el pensamiento humanista renacentista, que situaba al ser humano como medida de todas las cosas. Da Vinci fue una figura enigmática y compleja, conocido por su carácter introspectivo y su tendencia a dejar proyectos inconclusos, lo que añade una dimensión de misterio a su legado. Su legado trasciende la pintura, ya que su pensamiento científico e inventivo influyó profundamente en disciplinas como la anatomía, la ingeniería y la mecánica.